viernes, 21 de octubre de 2016

Las palabras del Derecho


CASILLERO Y CASILLA

Juan Pablo Aguilar Andrade

Que la demanda debe incluir la identificación del casillero judicial o electrónico de quien defienda al actor, dice el número 2 del artículo 142 del Código Orgánico General de Procesos.

Casillero. El sentido que el Código da a la palabra es el que se ha generalizado en el lenguaje ordinario y el que encontramos a cada paso en nuestros cuerpos normativos, desde las reformas al Código de Procedimiento Civil de 1978, que ordenaron a las partes procesales señalar, como lugar para notificaciones, “el casillero judicial de un abogado”.

El problema es que ningún abogado tiene un casillero judicial sino, únicamente, una parte de éste, esa parte que, según el idioma castellano, se llama casilla.

Casillero, dice el diccionario, es el “mueble con varios senos o divisiones, para tener clasificados papeles u otros objetos”; cada uno de esos senos o divisiones es una casilla y lo que se asigna a un abogado es el número de la misma, y no el del mueble en el que se encuentra.

Por eso los apartados postales (P.O. Box, dirán los anglosajones) se identifican, en el mundo del correo que transporta cartas físicas de un lugar a otro del mundo, como casillas, y no como casilleros postales; aunque este uso no es generalizado, sino propio de algunos países americanos, según nos cuenta el Diccionario de Americanismos.

Casillas, así, en plural, tiene un significado que aunque se ha ido perdiendo, se había conservado solo en el Ecuador; como un ecuatorianismo identifica Carlos Joaquín Córdova al término casillas, entendido como retrete o excusado; ya no se usa el vocablo, dice el autor del Diccionario de Ecuatorianismos, “debido a la invasión y triunfo del bárbaro término anglicado guáter o water” y al uso generalizado del eufemismo baño.

Que este era un uso generalizado en siglos pasados se desprende del Diccionario de Autoridades, que al definir en 1729 la palabra casillero, afirmaba que denominabanassí en Palacio el mozo que está destinado para sacar de las posadas las vasijas immundas, y llevarlas a lavar”; dicho en latín Minister vasibus immundis detergendisconductus.

En el Quito colonial, la actual calle Venezuela terminaba al sur en la quebrada de Sanguña, y ahí el Cabildo mandó construir letrinas; por eso, incluso a inicios del siglo XX, se conocía a esa calle como la de Casillas.

Cuando corresponda fijar un domicilio judicial, entonces, hay que hacerlo en una casilla; nunca en casilleros o, peor aún, en casillas.

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